Viva al máximo

Enfoque sus sueños con los de Él


Si usted pregunta qué significa vivir la vida al máximo, la
mayoría de las respuestas, sin duda, estarán relacionadas con
el dinero —ganarse la lotería, comprar una casa grande, o viajar a lugares exóticos. Quienes tengan gustos más sencillos dirán que consiste en tener buena salud y lo suficiente para vivir.

Pero todos estos deseos están muy distantes del tesoro
de bendiciones que nuestro Padre celestial tiene reservados para nosotros.
Cuando leemos las epístolas de Pablo, descubrimos de inmediato que, para él, el vivir al máximo no tenía nada que ver con sus posesiones materiales, ni con sus logros, ni con el lugar en que vivía. Se trataba, más bien, de una relación personal con Jesucristo.
De hecho, a veces parecía que cuanto menos
tuviera, o más fuerte fuera la adversidad,
más contento se sentía Pablo. Ésa es la razón
por la que podía proclamar: “Y me ha dicho
[Dios]: Bástate mi gracia; porque mi poder se
perfecciona en la debilidad” (2 Co 12.9).
Las riquezas, los anhelos, e incluso los
buenos amigos, llegan y se van. Lo único que permanece constante y eterno es
el amor de Dios por nosotros. Pablo valoraba al Salvador por encima de todo y
disfrutaba de la relación que compartían. ¿Sucede lo mismo con usted? ¿O son
algún hecho, objeto, o anhelo, las cosas que le producen alegría?

Las personas quieren saber cómo lograr una mayor satisfacción. La respuesta
se encuentra en una relación con Jesucristo. El verdadero contentamiento
no consiste en abandonar sueños y esperanzas; implica un reenfoque, de modo
que todo lo que hagamos y deseemos empiece y termine con Jesús.

Los sueños y las metas tienen más significado cuando le pedimos a Dios
que los diseñe de acuerdo con su voluntad y propósito para nuestra vida. Dios
quiere que anhelemos su compañerismo, más que las cosas temporales de este
mundo. Si se consagra a buscar su voluntad, y confía en que Él le concederá
los deseos de su corazón, usted conocerá el magnífico propósito para el cual el
Señor le creó.
palabras de Charles F. Stanley
“Lo único que
permanece constante
y eterno es el amor de
Dios por nosotros. “

Dr. Charles F. Stanley (pastor de la Primera Iglesia Bautista de Atlanta y fundador de Ministerios En Contacto)

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la historia perfecta

p o e m a p o r R o b e r t o O r n a n R o c h e

Querían la historia “perfecta”, sin milagros y sin iglesias, para que el
pecado no pareciera tan malo ni los cristianos tan buenos; donde el
sufrido, el abandonado y el mediocre no contaran. Una historia para
darle significado a la vanidad del mundo y para abrir las puertas a
todas las experiencias por igual.


Querían que se entendiera bien por qué lo malo cubre y supera con
facilidad a lo bueno; por qué el hombre que ha abandonado a su esposa
apenas se acuerda de su cariño, de sus tiernos cuidados y su amor
sin medidas; y mientras ella piensa que está presente en su mente,
para él sólo es un vago e incómodo recuerdo que nunca aparece en
los momentos más meritorios del día.


Querían una historia llena de paz y armonía, con un Dios que no
cumple todas sus promesas y muchos niños que dicen no creer en
Él; pero con hombres capaces, que están dispuestos a sustituirle con
sus canciones.

Pretendían una historia de largos caminos sin sombras, todos
hechos con manos de hombre y con la sangre de otros. Pisar el
césped sin notar las mariposas muertas; que la fruta prohibida fuese
un trofeo y el manto de iniquidad que llevan los seres humanos fuese
semejante a su propia libertad.

Imaginaban una historia donde los pecadores y sus blasfemias
fuesen aplaudidos y aceptados plenamente, porque siempre hay
derechos nuevos que concebir. Una historia de vivencias nuevas, sin
hijos pródigos, para nunca perdonar el pasado y seguir un nuevo
camino sin mirar atrás. Donde los errores no pesaran y fuesen tomados
por experiencias vividas.

Querían una historia sin lágrimas ni dolor, sin cáncer, sin espinas y
sin ángeles.
Querían una historia sin mí, sin mis hermanos, sin el quebranto y
la redención, también sin un cielo.

Querían una historia “perfecta”, sin Salmos, una eternidad sin
Dios, pero sólo tenían la historia de un Salvador que murió en la cruz
del Calvario y esa historia realmente no les gustaba mucho.

(Roberto Ornan Roche es un escritor cristiano que reside en Matanzas, Cuba).

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El dar y recibir en Navidad



A menudo nos concentramos sólo en dar. Pero, ¿de eso se trata, en realidad, la temporada?
por Dan Schaeffer

Faltaban exactamente 12 días para la Navidad, y estábamos terminando los preparativos de última hora. Habíamos llenado la bota de Navidad con el mensaje secreto y el adorno, y estábamos listos para salir. Metí a los chicos en el carro, mientras luchaban por reprimir sus risas de emoción. Cuando nos acercamos a la casa que habíamos escogido, me detuve, apagué las luces de nuestro carro, y susurré las instrucciones finales.

"Bien. A Christi le tocará esta noche poner la bota en la puerta. Mañana, a Andrew. Y pasado mañana, a Katie. Todos pueden ir con Christi. Pero —y esto es muy importante— tienen que estar callados, y ser muy cautelosos".

Con mucho sigilo, mis hijos se lanzaron en la oscuridad. Todavía puedo verlos en cuclillas y escondiéndose. Christi colgó la bota y tocó el timbre, y todos salieron huyendo. Nos metimos en el carro, y partimos antes de que abrieran la puerta. Ya dentro del carro, los niños se rieron y comentaron su emocionante aventura.
Faltaban todavía 11 noches más. Cada noche, la rutina era la misma: bajar corriendo, dejar el regalo en la bota colgada en la puerta, y salir huyendo. En la mañana de la Navidad, volvíamos con postres y cantando: "Navidad, Navidad, linda Navidad", y entonces nos revelábamos como "el amigo secreto".

Estábamos recreando una hermosa tradición llamada Los doce días de la Navidad, de la cual nosotros habíamos sido beneficiarios en años anteriores gracias a una maravillosa familia de nuestra iglesia. Una noche suena el timbre de la puerta, y uno descubre que no hay nadie allí, pero que han dejado una bota con un mensaje diciendo en forma poética que cada noche uno recibirá otro regalo especial de su "amigo secreto de Navidad". La costumbre, que corresponde a la canción favorita de la temporada, es uno de los recuerdos más preciados de Navidad de nuestros hijos. Es un sencillo acto de bondad, tan divertido para nosotros como para las personas que escogemos.

Es la temporada para sentirnos bien.

Es apenas una de las muchas actividades caritativas de Navidad, en la que nos hemos involucrados durante años. Hemos obsequiado regalos y ayudado a familias necesitadas a tener un árbol de Navidad; también hemos comprado regalos para los niños de los presos, contribuido con donaciones para construir un pozo de agua en una pequeña aldea de Asia, entre otras. Y lo disfrutamos de principio a fin porque hace sentir bien a los destinatarios, y a nosotros también.

En Navidad tenemos más oportunidades que en cualquier otro momento del año para hacer el bien. Durante once meses del año podemos ser bastante apáticos a las necesidades de otros, pero en Navidad nos desvivimos por ser generosos. ¿Se ha preguntado usted alguna vez por qué razón?

Creo que una de las razones es porque nuestra cultura moderna nos ha inculcado que el verdadero espíritu de la Navidad consiste en dar a los demás. Esto ha sido no sólo comercialmente exitoso, sino que parece funcionar también a nivel emocional. Está personificado en el espíritu de Ebenezer Scrooge, quien cobra conciencia de su avara naturaleza sólo en el momento preciso, en la famosa historia de Charles Dickens, "Un cuento de Navidad". Scrooge se transforma cuando le pone fin a su tacañería y adopta el verdadero espíritu de la Navidad volviéndose generoso, y de esa manera una mejor persona. Es una de mis historias de Navidad favoritas; siempre me conmuevo al final cuando Scrooge envía el pavo y los regalos al hogar de los Cratchett.

¿Ha motivado la verdadera historia de la Navidad —la entrada de Dios a nuestro mundo— este espíritu de dar? En muchos casos, sí. Pero, en otros, no. Dar es, sin duda, una maravillosa manera de responder al amor de Cristo en la Navidad, pero, ¿es el verdadero espíritu de la Navidad? Es interesante tener en cuenta que el cuento de Dickens, del rudo y áspero viejo Ebenezer Scrooge, posiblemente ha contribuido más a formar la idea colectiva de lo que es el espíritu de la Navidad, antes que el relato bíblico del nacimiento de Jesús, en Lucas.

Un cuento de Navidad vs. La historia de la Navidad

La Navidad es la oportunidad para muchos de nosotros para rescatar nuestra autoestima, para mostrarnos a nosotros mismos, y también a los demás, la bondad de nuestro corazón. Todos los regalos que damos en Navidad nos convencen de que somos buenas personas. ¡Vean lo generosos que somos!

Me apresuro a añadir aquí que estos actos de bondad son realmente maravillosos, y no deseo desvalorizarlos de ninguna manera. Pero vale la pena preguntarse por qué usualmente no sentimos deseos de mostrar la misma bondad, y de ayudar a otros durante el resto del año. ¿Es el dar el verdadero espíritu de la Navidad? ¿Es ése el mensaje fundamental de la encarnación de Cristo?

Juan 3.16 nos recuerda que la encarnación tuvo que ver con el regalo de Dios: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito…" (Jn 3.16). Santiago nos recuerda que "toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces" (Stg 1.17). Vemos que Navidad consiste en compartir.
Pero, ¿quién es el que da, y quiénes son los que reciben? El relato bíblico de la entrada de Jesús en nuestro mundo revela que nosotros somos los destinatarios de un incomparable regalo divino, y el dador en la historia es Dios, quien se despojó a sí mismo para venir a salvarnos. Somos unos receptores que no hicimos nada para merecer este gran regalo. Es, evidentemente, una historia más grandiosa que la de Ebenezer Scrooge, pero, por desgracia, no tan fácilmente halagadora.

El cuento de Dickens simplemente nos hace sentir mejor con nosotros mismos. Nos sentimos alentados por el mensaje de que nosotros, también, podemos llegar a ser mejores personas a través de la generosidad. "Un cuento de Navidad" nos recuerda que aun el peor de nosotros (que Ebenezer Scrooge personifica) puede convertirse en alguien mejor y, al final, redimirse por medio de las acciones caritativas.

Sin embargo, como dice el autor William Willimon, "la historia de la Navidad no se trata de cuán bendecidos somos por ser dadores, sino lo esencial que es vernos a nosotros mismos como receptores. Esta extraña historia… nos habla de un regalo increíble recibido de un extraño, de un Dios al que casi no conocíamos. La primera palabra de la iglesia, un pueblo nacido de una natividad tan extraña, es que somos receptores antes que dadores… [y] que no es fácil ser el blanco del amor de Dios, o de cualquier otro. Esto requiere que veamos nuestra vida, no como una posesión nuestra, sino como un regalo. ‘Para la persona inteligente y sensible, nada es más repugnante que la gracia’, escribió John Wesley. Pero es así como Dios nos ama: con regalos que pensamos que no necesitábamos, que nos transforman en personas que no queremos —necesariamente— ser"1.

La Navidad sigue siendo el tiempo apropiado para expresar el amor de Cristo por medio de las acciones compasivas. No es la acción lo que debemos analizar, sino la motivación y el objetivo detrás de ella.

La celebración de un regalo

Cada año, mi esposa Annette y yo celebramos el aniversario de nuestro matrimonio. Siempre le hago un regalo especial. A veces es una tranquila cena en un buen restaurante; a veces es algo que he escrito para ella; otras veces es una vacación en un lugar especial. Nunca dejo de expresar de manera tangible mi inmensa dicha por estar casado con ella.

Mi intención no es celebrar todas las cosas maravillosas que he hecho por ella a lo largo de los años. Eso no nos alegraría mucho a ninguno de los dos. Lo que celebro, pura y sencillamente, es un regalo que recibí del amoroso corazón de mi Dios y Padre celestial.

Me recuerdo a mí mismo que, de todos los hombres a quienes esta maravillosa mujer pudo haber sido dada, Dios me la dio a mí. Yo soy nada más que un humilde y agradecido receptor. Y, de todos los hombres que mi esposa podría haber elegido, ella me eligió a mí. Y, de nuevo, esto me hace humilde y agradecido. Yo soy un receptor. No hay orgullo en mi celebración; solo una gratitud y un gozo permanente y sincero.

Por eso, en mi aniversario de bodas, celebro un regalo, no un logro personal. Así es cómo debiéramos celebrar la Navidad: como receptores. Ésta es la contradicción de la Navidad. En el día tan famoso por todos los regalos que damos a otros, debemos celebrar el que seamos receptores impotentes, pero tremendamente agradecidos. Y en última instancia, no hay nada más gratificante que ser capaces de expresar la gratitud verdadera de una manera tangible; una gratitud nacida de un amor tan grande, que tiene que ser expresada.
¿Fue elegida Belén para ser el lugar de nacimiento de nuestro Señor, porque era una ciudad grande, famosa e importante? Se nos dice exactamente lo contrario: "Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad" (Mi 5.2). ¿Fueron elegidos los pastores para recibir el anuncio del ángel, porque eran más valorados que los demás? ¿Y qué de María y José? ¿Fueron elegidos para ser los padres humanos de Jesús por sus grandes logros, y por su espiritualidad? Como se nos dice, María, una adolescente, no había tenido tiempo para lograr "grandes" cosas en la vida, y José era un humilde carpintero.

Ellos no se ganaron el derecho de ser los padres del Mesías, en virtud de sus logros o incluso de su carácter, a pesar de lo piadoso que eran; ellos también fueron receptores. En Lucas 1.49, María no se exalta por lo que ella ha hecho, sino que dice: "me ha hecho grandes cosas el Poderoso". El espíritu evidente de esa primera Navidad fue una innegable sensación de haber sido bendecidos, de haber recibido misericordia y gracia de Dios.

Es tentador enfocarme en mi bondad, mi sensibilidad y mi benevolencia cuando me esmero tratando de hacer especial a todo el mundo en Navidad. Es quizás, por esto, que a veces el verdadero espíritu de la Navidad sigue siendo ambiguo. La gratitud busca responder a quien nos ha dado. Pero cuando uno comienza a enfocarse en lo que ha dado, busca una reacción de parte de la persona a quien uno ha dado. Esto no siempre genera complacencia; no todo el mundo se mostrará agradecido, y nuestros regalos no siempre serán apreciados del todo.
¿Podemos celebrar el haber recibido el don inefable de Dios, y al mismo tiempo dar en Navidad? ¡Claro que sí! Sería extraño que no lo hiciéramos. Pero lo que hará toda la diferencia será lo que motive nuestros actos de bondad. Irónicamente, el acto de bondad o el hacer regalos les parecerá que es lo mismo a quienes nos vean hacerlo, no importa nuestras motivaciones. Sólo nosotros sabremos la diferencia.

En nuestro intento por descubrir el verdadero espíritu de la Navidad, debemos ser capaces de identificar el falso. Aunque muchas cosas pueden hacernos sentir bien durante la celebración, el verdadero mensaje de la Navidad nos enseña humildad. Nos recuerda que somos simplemente receptores con una necesidad apremiante, aunque estábamos ciegos a esa necesidad hasta que nos fue mostrada.

Así que, en esta temporada, cuando se disponga a dar, enfóquese en lo que ha recibido. Deje que la gracia y la misericordia que Dios le dio, llene su corazón, y que éstas fluyan después a los demás a través de usted. Al hacerlo, invite a otros a unírsele en su agradecida celebración. Permítase experimentar la admiración y la gratitud gozosa en esta santa temporada. Sienta lo que María, José, los pastores, los magos, Simeón y Ana debieron haber sentido. Recuerde que usted puede dar sólo porque recibió primero. Su regalo de tiempo o de dinero no es más que una prolongación del regalo de amor que Dios le hizo a usted.

Tomado de encontacto.org

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Una Navidad para recordar

No permita que las ocupaciones le roben el significado de este día
por Charles F. Stanley

En la primera Navidad que recuerdo, yo tenía tres años de edad. Mi padre había fallecido dos años antes, así que mi abuelo y algunos de mis tíos y tías vinieron a Danville a verme. Recuerdo cuando abrieron la cajuela de su auto, y estaba toda llena de juguetes para mí. Cuando finalmente los metimos en la casa, llenamos una habitación con ellos. Ésa fue la mayor cantidad de juguetes que recibí en una Navidad. (No sé si fue porque me portaba mal después de eso, o cual fue la intención, pero por alguna razón nunca más volví a recibir tantos obsequios).

Probablemente, algunos de los momentos más felices de nuestras vidas han sido en Navidad, incluso las veces que no recibimos lo que queríamos. Recuerdo el año que quería un rifle .22, más que nada, pero mi madre no me permitía tener uno. Entonces cometí un gran error.

Mi novia me regaló un bonito suéter en Navidad, y yo sabía dónde lo había conseguido: lo compró en una tienda de artículos deportivos. Demostrando poca sensibilidad, volví a la tienda y cambié el suéter por un rifle, pagando una diferencia de seis o siete dólares. Entonces tuve dos problemas: tenía un arma que mi madre no quería que tuviera, y no tenía el suéter que mi novia quería que tuviera. Al final, perdí a mi novia, pero conservé a mi madre.

Años después, pasé todo un día buscando el árbol perfecto durante una tormenta de nieve en las montañas de Carolina del Norte. Podía imaginar todas las luces azules, rojas, verdes, amarillas y naranjas cubriéndolo. Pero, mientras transportábamos el árbol a casa, mi esposa me dijo que había decidido cubrirlo ¡con pintura de aerosol rosada! (A pesar de mi escepticismo, quedó hermoso).

La primera Navidad

Aunque estas historias particulares son exclusivas de mi vida, la mayoría de nosotros tenemos recuerdos maravillosos de Navidad. E imagino que ha sido así desde el comienzo. A veces me gusta pensar en las personas que estuvieron en la primera Navidad, y en lo que deben haber recordado toda su vida.

En primer lugar está José. Probablemente no tuvo una vida larga, porque, según la Biblia, no estaba presente cuando Jesús fue crucificado. Pero puedo imaginar que, a medida que fueron pasando los años, José pensaba mucho en el día que viajó a Belén por el decreto de Augusto César. Debió haber estado ansioso; María iba a tener un bebé, y el viaje era difícil. Llegaron a Belén aquella noche, pero fueron rechazados en todas las posadas de la aldea. José debió haber sido sensible a las necesidades de su esposa, y sentirse muy frustrado al verla dar a luz en un establo. Estoy seguro de que José pensó en esa noche muchas veces, en las cosas que le habría gustado haber hecho de manera diferente. Sin embargo, lo que realmente sucedió la primera vez que él vio al Hijo de Dios, no está registrado en la Biblia.

Pienso luego en los recuerdos que debió haber tenido María, porque ella nunca olvidaría lo que el ángel le dijo: "Y ahora, concebirás... y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS" (Lc 1.31). La Biblia dice que María guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón. A medida que pasaban los años, debió haber remontado el pensamiento a esa noche inolvidable cuando dio a luz al Hijo de Dios, y a lo que sintió cuando miró el rostro de su pequeño bebé. Si lo que el ángel le dijo era cierto, estaba mirando la cara de Dios, que había salido de su vientre. ¿Cómo podía ella olvidar los recuerdos de su primera Navidad?

Después están los pastores. Algunos de ellos debieron haber estado cerca de Jesús durante toda su vida, e incluso haberle visto crucificado, como pasó con María. Con el paso de los años, ¿cuántas veces habrían dicho: "Déjenme contarles lo más grande que me ha pasado en la vida"? Los imagino repitiendo la quietud que había en los campos, cuando de repente se apareció un ángel e hizo una declaración que había sido profetizada por más de 400 años. De todas las personas a quienes podría habérseles dado el anuncio, fue un grupo de pastores el que primero supo la noticia. Lucas 2.8-11 dice que estaban en el campo cuidando sus rebaños, cuando se les apareció el ángel, y les dijo: "Os ha nacido hoy, en la ciudad de David un Salvador, que es CRISTO el Señor". ¡El Mesías prometido! En la memoria de ellos estaban alojadas para siempre la emoción, la curiosidad, los temores, las preguntas y las dudas. ¿Cómo podían ellos olvidar alguna vez aquella noche en Belén, cuando al final encontraron a María, a José y al niño?

Pienso, también, en los otros de aquella primera Navidad, en aquellos magos viajeros que supieron del niño Cristo. Lo más probable es que fueran descendientes de personas que habían sido influenciadas por el profeta Daniel, a quienes éste les había enseñado las Sagradas Escrituras. Estos sabios del Oriente habían estado siguiendo una estrella cuando llegaron a Jerusalén.

En aquella noche especial, según las Escrituras, ellos estaban buscando al recién nacido Rey de reyes. Sus averiguaciones acerca de su nacimiento los llevaron a tener una audiencia privada con Herodes el Grande. Éste les dijo que le informaran su hallazgo del rey, para que él también pudiera ir a adorar al niño (Mt 2:8).

Dejaron al celoso rey, que aguardaba con ansiedad su regreso, y siguieron la estrella hasta Belén. Allí encontraron a su Señor en un establo y le hicieron regalos maravillosos. Antes de marcharse, Dios les advirtió que no regresaran a ver a Herodes. La Biblia dice que se marcharon por un camino diferente (v. 12).

Herodes el Grande no sabía nada de lo que estaba ocurriendo, hasta que estos sabios le informaron que habían estado siguiendo una estrella que indicaba que un rey había nacido. Un temor repentino se apoderó de Herodes, porque estaba obsesionado con el poder y no podía soportar la idea de que hubiera alguien en el reino que no estuviera sujeto a él.

Herodes debió haber recordado muy bien cómo se sintió cuando se dio cuenta que los magos no regresarían a él. Vencido por la ira, envió a sus soldados a Belén con la orden de matar a todos los niños menores de dos años. De todas las personas en esta historia, hasta el momento, el rey Herodes fue el único que nunca vio a Jesús. Murió antes de que Él se hiciera adulto, y fue a la condenación eterna.

Todos los demás tenían recuerdos maravillosos del nacimiento de Cristo. Pero Herodes vivió recordando siempre cómo trató de asesinar al Hijo de Dios en aquel día. ¿Cuáles son los recuerdos que usted tiene de la Navidad? ¿Puede decir, honestamente, que es la celebración del nacimiento de su Salvador, del Señor de su vida?

El verdadero significado de la Navidad

Tengo el maravilloso privilegio de recordar muchos momentos felices de Navidad, pero el más grande de todos es éste: hubo un día en que recibí a Cristo como mi Salvador personal y Señor. Desde ese momento he estado viviendo en la luz, la esperanza y la alegría de la vida eterna. Ese día es el momento más importante de mi vida.

La Navidad es la celebración del regalo más valioso que fue dado a la humanidad hace 2.000 años, y que nos ofrece una vida nueva hoy. Dios vino en la carne para darnos esperanza, paz y salvación eterna.

Herodes no pudo destruirlo, y tampoco hay otro rey, dictador o gobernante del mundo que pueda hacerlo. Él es omnipotente, omnisciente, omnipresente, nuestro Dios para siempre. Quienes han sido lo suficientemente sabios para aceptarle, tienen una esperanza que ninguna experiencia será capaz de quitar jamás. Nuestros nombres han sido inscritos en el libro de la vida del Cordero, y nuestro destino es el cielo, como hijos e hijas, para siempre, del Rey de reyes.

Tengo un montón de recuerdos maravillosos de la Navidad. Mi oración es que, si usted nunca ha puesto su fe en Jesucristo como su Salvador personal, tenga este año su mejor recuerdo: el haber conocido a Jesús, y saber en qué consiste la Navidad. Usted puede conocer a Jesús hoy, porque Él ya sabe quién es usted. Él está dispuesto a perdonarle todos sus pecados.

Si, por alguna razón, usted decide negar al Señor y muere sin Cristo, va a ser atormentado con el recuerdo de todas las veces que la gente le habló de Jesús y le ofreció la oportunidad de recibirlo. Lucas 16.27-31 habla de un hombre que está siendo atormentado, y le pide a Abraham que alerte a sus parientes acerca del infierno: "Te ruego, pues, padre, que le envíes a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento". Abraham respondió: "A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos". Pero el hombre imploró: "No, padre Abraham, pero si alguno fuera a ellos de entre los muertos, se arrepentirán". Abraham le dijo: "Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos".

No está lejos el día cuando todos estaremos delante del Señor para enfrentar nuestro destino eterno. Podemos pasar la eternidad con Dios, disfrutando de maravillosos recuerdos. O pasarla apartados de Él, y perseguidos por recuerdos espantosos. La noche en que Cristo nació, esa decisión quedó en nuestras manos.

La temporada de Navidad es el tiempo de más ajetreo en el año. La gente se apresura para comprar regalos y visitar familiares. El día de Navidad llega y se va, y a veces no hay mucho tiempo para pensar en lo que significa realmente. Dondequiera que usted esté puede tener una Navidad absolutamente inolvidable. Si usted conoce a Jesús, alábele, y pase este tiempo desarrollando más intimidad con Él. Será el mejor regalo que usted reciba. Si no le conoce todavía, pida en oración recibirle en su corazón, y unirse a José, María, los pastores, los reyes magos, y los millones de otras personas que son sus amados seguidores. ¡Su vida nunca será la misma!
Tomado de Ministerios En Contacto

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30 Principios de vida



Principio 1

Nuestra intimidad con Dios, que es su prioridad para nosotros, determina el impacto que causen nuestras vidas. Génesis 1.26

Principio 2




Obedezcamos a Dios y dejemos las consecuencias en sus manos. Éxodo 19.5

Principio 3

La Palabra de Dios es ancla inconmovible en las tormentas. Números 23.19

Principio 4

Estar conscientes de la presencia de Dios nos da energías para desempeñar nuestro trabajo. Deuteronomio 20.1

Principio 5

Dios no nos demanda que entendamos su voluntad, sino que la obedezcamos aunque nos parezca poco razonable. Josué 3.8

Principio 6

Cosechamos lo que sembramos, más de lo que sembramos, después de sembrarlo. Jueces 2.1-4

Principio 7

Los momentos sombríos durarán solo el tiempo necesario para que Dios lleve a cabo su propósito en nosotros. 1 Samuel 30.1-6

Principio 8

Libremos nuestras batallas de rodillas y siempre obtendremos la victoria. 2 Samuel 15.31

Principio 9

Confiar en Dios quiere decir ver más allá de lo que podemos, hacia lo que Dios ve. 2 Reyes 6.17
Principio 10 Si es necesario, Dios moverá cielo y tierra para mostrarnos su voluntad. 2 Crónicas 20.12

Principio 11

Dios asume toda la responsabilidad en cuanto a nuestras necesidades, si lo obedecemos. Job 42.7-17

Principio 12

La paz con Dios es fruto de nuestra unidad con Él. Salmo 4.8

Principio 13

Escuchar a Dios es esencial para andar con Él. Salmo 81.8

Principio 14

Dios actúa a favor de quienes esperan en Él. Isaías 64.4

Principio 15

El quebrantamiento es el requisito de Dios para que seamos útiles al máximo. Jeremías 15.19

Principio #16

Todo lo que adquirimos fuera de la voluntad de Dios termina convirtiéndose en cenizas. Ezequiel 25.6, 7

Principio 17

De rodillas somos más altos y más fuertes. Daniel 6.10, 11

Principio 18

Como hijos del Dios soberano, jamás somos víctimas de nuestras circunstancias. Oseas 3.4, 5

Principio 19

Todo aquello a lo que nos aferremos, lo perderemos. Amós 6.6, 7

Principio 20

Las decepciones son inevitables; el desánimo es por elección nuestra.Habacuc 3.17-19

Principio 21

La obediencia siempre trae bendición consigo. Lucas 11.28

Principio 22

Andar en el Espíritu es obedecer las indicaciones iniciales del Espíritu. Hechos 10.19

Principio 23

Jamás podremos superar a Dios en generosidad. 2 Corintios 9.8

Principio 24

Vivir la vida cristiana es permitir al Señor Jesús vivir su vida en y por medio de nosotros. Gálatas 2.20

Principio 25

Dios nos bendice para que nosotros podamos bendecir a otros. Efesios 4.28

Principio 26

La adversidad es un puente que nos conduce a una relación más profunda con Dios. Filipenses 3.10, 11

Principio 27

No hay nada como la oración para ahorrar tiempo. 2 Tesalonicenses 3.1

Principio 28

Ningún creyente ha sido llamado a transitar solitario en su peregrinaje de fe. Hebreos 10.24, 25

Principio 29

Aprendemos más en nuestras experiencias por el valle de lágrimas que en las de la cumbre del éxito. Santiago 5.10

Principio 30

El deseo ferviente del regreso del Señor nos mantiene viviendo productivamente. Apocalipsis 22.12

tomado de "Ministerio En Contacto"



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Ministerio con Jóvenes

Se busca: ¡Ministerio Juvenil Eficaz! - Por Lucas Leys.

El ministerio juvenil es un trabajo muy serio, quizás el más serio de todos si se toma en cuenta el tipo de decisiones que tienen que tomar los jóvenes —decisiones que afectarán el resto de su vida—y se considera cuántos de los miembros de nuestras iglesias tomaron sus decisiones espirituales más importantes en la adolescencia.

Alcanzar inteligentemente a la juventud es vital para la iglesia. La mayor parte del liderazgo evangélico coincidirá con esta afirmación. Sin embargo, no muchos saben exactamente cómo hacerlo ni tienen una idea clara acerca de qué es un ministerio juvenil eficaz. Prueba de esto es que históricamente el liderazgo juvenil evangélico latinoamericano se ha desarrollado según el modelo artesanal —el artesano entrena informalmente a un aprendiz sólo mediante el ejemplo. Basta con ver el reducido número de cursos de pastoral juvenil ofrecido por los seminarios y lo limitado del material publicado para líderes juveniles.
Además son pocas las iglesias que sostienen económicamente a sus ministros de jóvenes, y poco el tiempo que la mayoría de los líderes juveniles duran en ese ministerio. Un alto porcentaje cree que el liderazgo juvenil es un escalón para llegar al «ministerio en serio». Tal concepto es un error. El ministerio juvenil es un trabajo muy serio, quizás el más serio de todos si se toma en cuenta el tipo de decisiones que tienen que tomar los jóvenes —decisiones que afectarán el resto de su vida—y se considera cuántos de los miembros de nuestras iglesias tomaron sus decisiones espirituales más importantes en la adolescencia.

Muchas veces es más fácil definir algo por lo que no es que por lo que es. Por eso empiezo nombrando algunos conceptos populares que aunque contienen algo de verdad están equivocados respecto a lo que es un ministerio juvenil eficaz. Hagamos las respectivas aclaraciones:
Lo que el ministerio juvenil eficaz no es:

No es una reunión

Algunos creen que el ministerio juvenil se limita a la reunión del fin de semana. Los que piensan así utilizan todas sus energías en arreglar quién predica, quién dirige la alabanza y quién hace alguna que otra cosa diferente, pero no invierten su tiempo en relacionarse con cada uno de los jóvenes que asisten y menos piensan en todos esos adolescentes del barrio que no quieren por nada del mundo pisar el templo de una iglesia. La materia prima de un ministerio juvenil está compuesta por las personas que componen ese ministerio y las personas que se pretende alcanzar por medio de él. La programación de actividades es una excusa o el medio para acercarse a esas personas, pero hacer una reunión a la semana no es el ministerio de nadie.

No es un convento

Según los objetivos eclesiales que nos dejó el mismo Señor Jesús, la iglesia está para ser agente de transformación en la comunidad. Después de amar a Dios, nuestra segunda consigna clara es amar al prójimo. La iglesia no está para alejar a los jóvenes del «cochino y asqueroso» mundo, sino para entrenarlos y entusiasmarlos con el amor de Cristo de tal manera que puedan contagiar a otros jóvenes con la ética y las verdades del Reino. Los ministerios juveniles estilo «convento» se la pasan hablando de lo malo que es el mundo sin dar ninguna alternativa, o peor, sin siquiera hacer contacto con nada de lo que los jóvenes viven en la vida diaria fuera de los templos. Estos ministerios suelen utilizar la Biblia como un texto del pasado sin hacer puentes con el presente. Crean una de dos situaciones: o jóvenes «extraterrestres» que no saben relacionarse con sus compañeros de escuela o barrio que necesitan a Jesucristo, o jóvenes hipócritas que viven una cosa en el templo pero fuera de él piensan y hacen otra.

No es un frigorífico

El propósito del ministerio juvenil no es mantener entretenidos a los jóvenes con actividades sanas mientras lleguen a la adultez. Las iglesias que piensan de esta manera suelen creer que los jóvenes y adolescentes no pueden servir al Señor durante esa edad y que la tarea con ellos consiste sólo en mantenerlos aprendiendo y en librarlos del mal mientras se hagan adultos.

El no tomar en cuenta a los adolescentes es señal de una iglesia local minusválida. El apóstol fue claro al afirmar en 1 Co 12.4–11 que todos los nacidos de nuevo poseen dones, y los adolescentes no son la excepción. Es increíble el potencial que los adolescentes representan para el hoy de cada congregación. En general, ellos tienen más tiempo, más energía y más facilidad para alcanzar a otras familias a través de sus compañeros de estudio. Ellos tienen todas las posibilidades de convertirse en los miembros más activos de cada congregación, y el ministerio juvenil debería ser una punta de lanza para la estrategia evangelizadora de cada iglesia local.

No es una escuela
Gracias a los griegos, en occidente se cree que el sistema de enseñanza es como llenar un vaso de agua. Es desde la antigüedad que se cree que si se tiene la información correcta se funciona correctamente. Pero este concepto es impreciso. Muchos conocemos gente que tiene toda la información bíblica necesaria, y sin embargo, no posee nada del fruto del Espíritu Santo. Los jóvenes no son como un vaso de agua que se llena sino como un fuego que se enciende. Nuestra función no es meramente enseñarles las historias bíblicas y obligarlos a aprender versículos bíblicos. La enseñanza es un componente muy valioso pero hay diversas maneras de propiciar el aprendizaje y sobre todo la madurez de nuestros jóvenes. Si al pensar en el ministerio juvenil la única imagen que viene a la mente de un líder es la de un grupo de jóvenes sentados mirándose la nuca y escuchándolo a él disertar por más de una hora, ese líder está en serios problemas y difícilmente podrá alcanzar lo que Cristo espera de nuestro ministerio.

Lo que un ministerio juvenil eficaz sí es
Trabaja basándose en un propósito definido
Lo primero que hay que definir es el propósito ¿Para qué existe y qué se supone que debe lograr un ministerio juvenil? Pablo hace un excelente resumen del propósito de su ministerio en Colosenses 1.28 «A este Cristo proclamamos, aconsejando y enseñando con toda sabiduría a todos los seres humanos para presentarlos a todos perfectos en él.» O sea que todo lo que Pablo hacía y decía por Cristo era con el objetivo definido de poder acompañar a cada ser humano a un grado mayor de perfección. Esta última palabra siempre me pareció extraña, pero al investigarla me resultó muy clarificador encontrar que en el texto griego la palabra traducida como «perfectos» es teleios que también se puede traducir como «maduros». El propósito del ministerio juvenil es acompañar a la juventud hacia la madurez completa la cual sólo se puede encontrar en Cristo.

Acompaña a los adolescentes en los cinco factores de su desarrollo
La adolescencia es la etapa de transición que va desde la niñez a la adultez. Esta carrera se hace sobre cinco andariveles o carriles que son el físico, emocional, intelectual, social y espiritual. Por cada uno de ellos los jovencitos van tratando de satisfacer sus necesidades esenciales de identidad e independencia en el camino hacia la madurez. Nuestra tarea es facilitarles los recursos necesarios y no dejarlos solos en el proceso.

El ministerio juvenil eficaz presta mucha atención a cada uno de estos andariveles y planea activamente cómo acompañar a los adolescentes en su camino hacia la madurez. Incluye deportes porque estos favorecen el factor físico. Estimula el pensamiento crítico con debates, cuestionarios, y dando libertad para preguntas, porque es necesario para su desarrollo intelectual. Facilita relaciones positivas entre adolescentes homogéneos y heterogéneos para que aprendan a ser individuos que puedan funcionar bien en la sociedad. El liderazgo eficaz ofrece seguridad para los diferentes picos de la montaña rusa de emociones que los adolescentes viven y, sobre todo, modela la madurez espiritual.

Trabaja basándose en relaciones
Un ministerio juvenil eficaz no tiene nada que ver con tamaño, ni horarios, ni reuniones «lindas». Hay ministerios juveniles sanos de todos los tamaños y con todos los estilos así como también los hay enfermos. En los ministerios juveniles sanos la gran clave es la relación de los líderes con los jóvenes y el trabajo cuidadoso, paciente y dedicado para que estos se relacionen cada día más y mejor con Cristo.

Ideas para desarrollar relaciones que produzcan madurez
Propongo algunas ideas para trabajar seriamente esas relaciones. Las siguientes son algunas habilidades de los líderes juveniles más eficaces:


Tener orejas activas:
Somos tan propensos a hablar que nos cuesta demasiado escuchar. Este es uno de los errores más marcados en muchos líderes cristianos. Algunos, aun cuando se encuentran en situaciones en que pueden dar un consejo, no escuchan lo que se les dice porque, mientras la otra persona habla, ellos ya están pensando qué decir después. La que sigue es una frase dura: «Si no podemos escuchar a alguien en necesidad a quien vemos, ¿cómo vamos a escuchar a Dios a quien no vemos?» La mayoría de los adolescentes necesita de alguien que los escuche. El simple hecho de escucharlos es una herramienta muy poderosa para impactarlos sin hablar. Escuchar activamente no se limita sólo a prestar oído a las palabras. También es necesario estar atentos al lenguaje corporal pues muchas personas siempre comunican algo sin necesidad de verbalizarlo. Hacer preguntas abiertas o remarcar emociones con frases de empatía como «eso sí debe haber sido terrible» siempre ayuda.

Recordar nombres:
El nombre es una de las posesiones más importantes de una persona. El no saber el nombre de un joven comunica que ese joven no es lo suficientemente importante para el líder. Por eso, si queremos que nuestros jóvenes sientan que son importantes para nosotros debemos hacer todo lo posible por tener bien presente su nombre. ¿Por qué alguien de quien no recordamos ni el nombre va a querer seguir nuestros consejos? Todavía me parece increíble la cantidad de iglesias dónde la gente se esconde detrás del «hermano/hermana» porque nunca se aprenden el nombre de los demás. Yo no conozco ninguna familia en la cual se traten entre sí de «hermano/hermana» en lugar del nombre. El nombre de uno es muy importante. Quiero compartir algunas claves para recordar nombres:

1.Repita el nombre tan pronto como pueda después de que le presenten al nuevo joven.
2.Una vez que ha aprendido un nombre úselo frecuentemente en cada conversación.
3.Use el nombre antes de hacer una pregunta.
4.Relacione el nombre con el de alguien a quien ya conoce.
5.Cuando repita el nombre que está aprendiendo reproduzca mentalmente la imagen de la cara de la persona.
6.Escriba el nombre en su mano o en un papel cuando le presenten a alguien antes de que empiece una reunión y después menciónelo durante la misma.
7.Pídale ayuda a Dios para recordar esto que es tan importante.
Estimular con aplausos, porras, palmadas:
Nunca recibimos suficiente estímulo. Todos estamos siempre sedientos de más, y no me da ninguna vergüenza decirlo: me encanta que alguien se dé cuenta cuando he hecho algún esfuerzo. ¿A usted no? A nuestros jóvenes también. La sociedad de hoy está siempre rebajando a nuestros adolescentes. Los medios masivos de comunicación les hacen creer que ellos no son ni tienen lo suficiente hasta que se compren determinado producto o usen determinada moda. Sus compañeros de escuela usan la burla a la primera oportunidad y muchas veces sus padres se encargan de hacerlos sentir mal respecto de sí mismos. Alguien que los haga sentir mejor consigo mismos —que les muestre aprecio y estima— es siempre bienvenido. Hay algunos valores, actitudes y aptitudes que deben constantemente ser aplaudidos y afirmados en nuestros jóvenes. Ofrezco una lista de aquellos que no deben pasar desapercibidos y quedar sin estímulo del líder:

•sentido del humor
•fidelidad
•puntualidad
•esfuerzo extra
•voz fuerte
•sonrisa
•nuevo peinado
•modales
•disponibilidad
•disposición
•flexibilidad
•conocimiento general
•conocimiento bíblico
•humildad
•honestidad
•habilidad para algún deporte
•habilidad de hacer que otros se sientan mejor
•iniciativa de acercarse a alguien nuevo
•defender a quien recibe burlas
•buen rendimiento académico
Usted puede añadir su propia lista

Mantener el contacto: teléfono/correo/e-mail:
Cualquier excusa es buena para hacer contacto con los jóvenes fuera del ámbito del templo. Si quiere trabajar en la vida de ellos tiene que hacer contacto en lo cotidiano de su vida. Conéctese con el joven cuando piense en él sin causa aparente. Comuníquese con él cuando tiene cierto tiempo de no verlo. Llámelo cuando haya visto algo sobresaliente en él, ya sea para agradecerle, afirmarlo o animarlo. Búsquelo para continuar alguna conversación.

Preparar frases inteligentes:
Existen algunas frases que deben ser repetidas constantemente a los jóvenes. Notará que algunas se han formulado como preguntas.

•Tú puedes hacerlo muy bien.
•No te rindas.
•¡Qué buena idea!
•¿Qué crees que Dios te está enseñando?
•Dime más acerca de eso.
•Gracias por escuchar.
•Gracias por ayudar.
•¿Quieres venir conmigo?
•¿Cuáles son las consecuencias potenciales?
•¿Qué es lo que te gusta de él/ella?
•Estoy seguro de que harás una buena elección.
•¡Qué lindo verte!
•¿Qué piensan tus padres?
•Me gusta tenerte en la iglesia.
•Recuérdame tu nombre.

El ministerio juvenil es la preciosa aventura de acompañar a los adolescentes y jóvenes hacia la madurez en Cristo por todos los medios que podamos. Es un ministerio difícil y que demanda sacrificios. Lo resultados son siempre a largo plazo y muchos de ellos no alcanzan a verse porque nuestro trabajo consiste más en prevenir que en curar. Los líderes juveniles están forjando a los portadores de la única esperanza para las familias de la tierra. Están dando forma a la iglesia de Cristo del hoy y del futuro.



El autor es Doctor en Teología de la Misión y es director de Especialidades Juveniles, una organización que genera recursos para el ministerio juvenil. También ha escrito libros, entre ellos Adolescentes, cómo trabajar con ellos , Viene D@vid, y 151 Encuentros con el Rey.

Ideas básicas de este artículo

1.La tarea más importante de los ministerios juveniles eficaces es formar relaciones entre el líder y cada joven a fin de acompañarlo en su proceso hacia la madurez completa la cual sólo se puede encontrar en Cristo.
2.El líder de un ministerio juvenil debe desarrollar ciertas habilidades para edificar relaciones que produzcan madurez.
Preguntas para pensar y dialogar

1.En su iglesia, ¿a qué tareas se da mayor énfasis o esfuerzo en el ministerio juvenil? ¿Es la edificación de relaciones una tarea fundamental?
2.¿Por qué cree usted que el edificar relaciones es tan fundamental en el liderazgo juveni
3.Si en su ministerio para jóvenes no se está trabajando en edificar relaciones, ¿qué acciones concretas deberían darse para que el ministerio se enfoque en relaciones?

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